De pulpa anaranjada y piel gruesa, la calabaza es una verdura típica de otoño, muy apreciada por su sabor dulce y su versatilidad en la cocina. A continuación te contamos dónde las cultivamos y cómo lo hacemos para que sean tan buenas.

38 hectáreas de campos propios

Actualmente, tenemos plantadas calabazas en nuestros campos propios de Viladecans en el Baix Llobregat, y en Camarles y l’Aldea, en les Terres de l’Ebre, en un total de 38 hectáreas. En todos estos campos cultivamos diferentes variedades de calabaza: una de más pequeña, para elaborar nuestras cremas y sofritos, necesarios en el obrador, una de medida mediana, que es la que vendemos en nuestras tiendas y una de más gruesa, que es la que después vendemos troceada.

Cosecha manual y aspecto visual

Tal como explican nuestros payeses, la recolección de las calabazas se hace de forma manual; como hacemos con la mayoría de las frutas, las verduras y las hortalizas de cosecha propia. Sin embargo, y a diferencia de otras frutas y verduras donde utilizamos el tacto para saber cuándo se encuentran en su punto óptimo de maduración, con las calabazas lo hacemos a través de la vista. Es decir, a medida que una calabaza madura, su piel se va volviendo más anaranjada y marrón. Cuando lo está del todo y tiene el calibre que queremos, es el momento de cosecharla. Una vez recolectadas, las guardamos en almacenes muy secos y con mucha ventilación y, en menos de 12 horas, las enviamos a las tiendas para que puedas disfrutar de las mejores calabazas.

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