A pesar de que hay diferentes maneras de clasificar las carnes, la más popular y, que desde un punto de vista nutricional se usa, es la de clasificarlas en rojas y blancas. Esta clasificación se basa en el contenido en mioglobina, una proteína que contiene hierro y que le da este color rojo característico. Así pues, se considera carne roja aquella que tiene un color rojo intenso e incluye la carne de vaca, ternera, cordero, cabra, caballo y cerdo. Por otro lado, la carne blanca tiene un color rosado suave e incluye las carnes de aves como el pollo, el pavo y también el conejo.
A menudo, pero, el consumo de carne roja ha estado sujeto a muchas críticas relacionadas con la salud, hasta el punto de afirmar que no deben tomarla ni los niños ni los adultos. Aun así, tienes que saber que es un falso mito, puesto que se recomienda comer un máximo de 2 veces a la semana y, en el caso de los niños, darles raciones más pequeñas. La ración de consumo varía según la edad, pero se sitúa alrededor de unos 50-80 gramos de los 3 a 9 años y de 80 a 125 gramos para la franja de 10 a 17 años. Porqué cuando hablamos de carne roja, no hemos de confundirla con carne procesada.
La carne roja es una fuente de proteínas de alto valor, como también lo son los huevos, el pescado y las legumbres. Además, es una fuente importante de minerales como el zinc, fósforo y hierro y aporta vitaminas; destacan por su contenido las del grupo B, especialmente tiamina (B), riboflavina (B), niacina (B), piridoxina (B) y cianocobalamina (B).
En el marco de una alimentación saludable, además de carne, la alimentación de un niño tiene que incluir una gran variedad de frutas y hortalizas frescas de temporada, legumbres, frutos secos, cereales integrales y aceite de oliva virgen y complementarse con carne, pescado, huevos y lácticos sin azucarar.